La omnipotencia narcisista

La presunción mesiánica y omnipotente de muchos dirigentes políticos y empresariales, de ser “el salvador” de un país, con frecuencia, esconde una ceguera o incapacidad para ver o percibir su propio dolor. El narcisismo muestra un sentimiento de ser único y merecedor de un trato exclusivo, por encima de los demás, escondiendo tras de sí fragilidad y desvalorización. Ser el centro exclusivo de atención, establecer relaciones interesadas carentes de empatía, verse como la solución mejor y única a todo, controlarlo todo, requerir atenciones fuera de lugar, o exhibirse como un ser superior portentoso, son formas comunes de mostrar el narcisismo. No obstante, también hay algunas formas de manifestación más sutiles que pueden pasar desapercibidas en un primer momento y que, generalmente, son reacciones narcisistas secundarias a procesos de desvalorización intensos. Es como una compensación a la desvalorización que no perciben en sí mismos. Estamos refiriéndonos a comportamientos con las siguientes características:

1) Establecimiento de una pseudoempatía, en la que hay un ocultamiento forzado de fragilidad personal que, no obstante, muestra de forma evidente con una vinculación interpersonal antinatural. Curiosamente, muestra una completa inconsciencia del efecto que causa a su alrededor. Por todo ello, no se relaciona con su entorno de manera franca y con apertura de emociones, ya que percibe que eso le dejaría en una situación de debilidad o inferioridad.
2) Preocupación excesiva por el mantenimiento artificial de su reputación, presionando o sugiriendo a las personas más cercanas para que oculten sus puntos débiles y muestren de forma sobredimensionada sus virtudes.
3) Sentimiento de que pueden con todo y se hacen cargo de cualquier situación
4) Sentimiento de que son mejores que los demás y que sus opiniones son las únicas para resolver los problemas
5) Difícilmente buscan relaciones de consejo o ayuda para resolver sus problemas, ya que su sentimiento de omnipotencia se lo impide. En cualquier caso, si lo hacen, es con personas de gran prestigio a las cuales terminan aconsejando tras un intercambio de opiniones, más que pidiendo ayuda. Estamos hablando, por lo tanto, de personas que les cuesta ser aprendices. No toleran la posición débil, por lo que en el caso de aprendizajes que no dominan, desisten, ya que les pone en una posición incómoda para su autoimagen
6) Establecimiento de relaciones instrumentales, muchas veces de forma automática e inconsciente, derivados de sus necesidades insatisfechas o frustraciones ante los impedimentos comunes de la vida. Esta instrumentalización de las relaciones puede originarse por la propia necesidad para llevar a cabo sus proyectos, considerando a las personas como instrumentos de ejecución, más que de organización o asesoramiento
7) Autopercepción sesgada, autoproclamándose como voces autorizadas y de prestigio, por encima de los demás, sin que exista ningún atisbo de duda o signo visible de carencia en ellos mismos.

El afrontamiento de la omnipotencia narcisista no siempre es posible de manera conciliadora. El celo por el control y la autopercepción con tintes delirantes que desarrollan, generan posiciones de enfrentamiento con el entorno. Para las personas que les rodean, la posición es difícil. La posición de inferioridad, si no implica excesivos perjuicios puede ser manejada con diplomacia; sin embargo, si las consecuencias implican perjuicios graves sociales, personales o económicos, la posición de enfrentamiento u oposición es inevitable. Cuando esto ocurre, hay varias posibilidades que, dependiendo de las particularidades del caso, son más o menos aconsejables:
1) Retirarse del proyecto o situación hacia otro, alejándose lo más posible de esta omnipotencia perniciosa, y acercándose a otras posibilidades más constructivas.
2) Enfrentamiento directo, contundente, sin vuelta atrás, y de forma pública. Sería como la actitud de un samurai, dispuesto a poner en peligro su propia posición y vida personal, algo que manifiestan abiertamente.
3) En caso de serio peligro, como puede ocurrir en regímenes dictatoriales, la “disminución voluntaria” puede utilizarse como método de emergencia para salvar la vida. El hacerse pasar por loco o enfermo ha sido utilizado como método de salvación, en regímenes totalitarios, esperando y buscando el momento apropiado para emerger de nuevo.
4) Enfrentamiento dual. Como dice el conocimiento popular: puño de acero con guante de seda. O como refieren algunas filosofías orientales como la Teoría del Tai chi : suave por fuera y duro por dentro. Esta estrategia mostraría una dualidad paradójica: por fuera, suave, relajado, amable, conciliador y flexible; por dentro, firme, duro, persistente, con duración y determinación irreversible hacia un objetivo constructivo.

Estas cuatro posibilidades esbozadas son elecciones posibles, entre otras muchas. Elegir adecuadamente es fundamental. Para ello es necesario tener en cuenta varios factores. Primero el conocerse adecuadamente; la omnipotencia narcisista puede ocurrir en cualquier persona, incluso en ti mismo, y puedes no apercibirlo. Segundo, estar en el estado apropiado de calma interior, cultivando tus virtudes y desarrollando tus puntos más frágiles. Tercero, elegir el momento y las condiciones adecuadas: toda acción puede ser más o menos efectiva, dependiendo de cuándo, cómo y dónde se lleva a cabo. Estos detalles, aunque no formen parte de la esencia de la acción, son aderezos fundamentales para que se produzcan resultados efectivos.