El uso inteligente y equilibrado del conocimiento

Terminamos un año y es hora de hacer balance, como cualquier empresa o proyecto que se precie de ser tomado en serio. Dependiendo del lugar donde nos encontremos y de nuestras circunstancias personales, dicho balance será diferente. Unos habrán vivido más luces que sombras y otros, viceversa, más penumbras que luz. Así en España, hemos podido vivir, unos más que otros, bastante crispación social; muchas personas han protestado y manifestado su disconformidad con las medidas sociales y económicas que han tomado nuestros gobernantes. Pero esto no es exclusivo de España, ni mucho menos. Mirando retrospectivamente, llama la atención la cantidad de errores y “pifias” que muchos gobernantes y expertos han cometido. Si nos preguntasen hace unos años si esto era posible, muchos se reirían por lo imposible que parecería. Poca gente creería que, por ejemplo, un tal Sr. Madoff, en la meca de la economía capitalista, Estados Unidos, estafara con un timo piramidal a supuestos expertos e inversores de la primera fila mundial. Tampoco nadie se creería que, por ejemplo, algunos estamentos en España –sindicatos, gobiernos, partidos políticos- pudieran generar tales desfalcos de caudales públicos, y que pasasen varios años hasta enterarnos. Parece que ahora estamos perdiendo la inocencia, y también, en gran medida, la confianza en nuestros dirigentes y expertos. El conocimiento es fundamental, pero todavía lo es más el uso que hacemos de él. Nos encontramos con varias posibilidades, desde el que tiene poco conocimiento y además hace mal uso de él, hasta el que tiene mucho conocimiento y hace buen uso de él. Hacer buen uso del conocimiento tiene que ver con una especie de equilibrio que intentaré resumir en cuatro pasos:

1.- El primer paso, APRENDER
Aunque creas saber mucho, fíjate más en lo que te falta por aprender. Aceptar que no sabes algo es un poder inmenso para aprender. Aceptar el no saber implica pedir ayuda en el lugar y momento apropiados, observar y tomar nota, escuchar, saber callar, respetar, perseverar con determinación, practicar, entrenar…

2.- El segundo paso, VER LOS EFECTOS del uso del conocimiento:
Cuando aplicas un conocimiento mira qué efectos produce en ti y en los demás: ¿te sientes a gusto contigo mismo y con los demás?, ¿se sienten los demás cómodos contigo?. Presta atención a si lo que haces te sirve sólo a ti, o también a otras personas. ¿Estás satisfaciendo tus necesidades a costa del bienestar de otros? ¿Tus acciones responden a una necesidad social o personal, o a ambas? En el fondo de tu corazón, mira tus motivaciones más escondidas: poder, seducción, buscar la aceptación de los demás. Muchas de las luchas que iniciamos no tienen fines constructivos grupales, sino personales: buscar posición, reconocimiento, prestigio, resarcirte de malas experiencias o de necesidades insatisfechas. Después de esto, mira dónde están finalmente tus motivaciones de conocimiento “per se” y de creatividad.

3.- El tercero, RECTIFICAR, si usas el conocimiento con desequilibrio
Si notas necesidades insatisfechas o ambiciones desmedidas dentro de ti y que te predisponen a utilizar tu conocimiento de forma personalista o mezquina, es el momento de rectificar. Primeramente, conecta con tus necesidades y ambiciones, sin juzgarlas, mira hasta donde llegan y no hagas juicio alguno; tan sólo percátate de sus consecuencias. Segundo, establece qué es lo apropiado en la situación en su totalidad, no sólo lo que te afecta a ti. Tercero, toma la determinación de cambiar y cuarto, ejecuta un plan de acción premeditado alternativo.

4.- El cuarto, MANTENER el EQUILIBRIO:
Ya has rectificado y has reconducido la situación. Ahora viene la parte más difícil, mantener el equilibrio. Una vez que aprendes el camino correcto, hay momentos en los que tendrás la tentación, consciente y/o inconsciente, de tirarlo todo por la borda y volver a tus ambiciones y a la satisfacción de tus necesidades personales por encima de todo y todos. El equilibrio está en un punto en el que yo gano y los otros ganan o yo estoy bien y tú estás bien. En este punto, el equilibrio es más fácil. ¿Te encuentras ahí? Espero que así sea; si no lo es, te deseo encuentres este punto en el año 2014 que está llamando a la puerta. ¡¡Feliz Año Nuevo!!